Alumbra

Hace cientos de años, había un hombre en una ciudad de Oriente. Un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. EI amigo lo mira y de pronto lo reconoce Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo entonces, le dice: ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves…
Entonces, el ciego le responde: -Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí… No sólo es importante la luz que me sirve a mí sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.

¿No sabes que alumbrando a otros, también me beneficio yo, pues evito que me lastimen otros que no podrían verme en la oscuridad?-
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
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¿Quién puede decir que es luz para los demás, mientras sus actos y sus palabras son tinieblas? De nada nos vale pretender ser lo que no somos, porque tarde que temprano saldrá a la luz.
Si somos hijos de Dios, fiel creyentes y hacedores de su palabra tenemos que vivir de tal manera que los demás vean lo que hay en nosotros, para que de esa forma ellos anhelen tener lo que nosotros tenemos, y así buscarán de Cristo para tener en ellos la luz que nos caracteriza. Dice la palabra de Dios en 1Pedro 2:12 “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”.
Cada vez vemos en las noticias más crímenes, más violencia, más iniquidades, y tanta tiniebla en este mundo que uno se pregunta ¿Dónde está la luz de este mundo? Jesucristo nos puso a nosotros, a sus seguidores, como la luz del mundo para que nosotros alumbremos el camino para que los demás lleguen a la luz verdadera que es Jesucristo. El Señor nos dijo en Mateo 5:14  “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Y luego continuó en el versículo 16; “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Si tenemos la luz del Señor en nosotros no tenemos que preocuparnos del camino, porque aunque el mundo esté en tinieblas nosotros tenemos luz propia para poder ver las cosas que nos rodean. Por eso nuestra luz tiene que ser para alumbrar a los demás, para que cuando veamos a alguien perdido le podamos alumbrar el camino. Para que cuando veamos a alguien que necesite guianza en este mundo pueda entender que no está solo sino que el Señor le puede guiar.
Seamos luz en medio de tanta tiniebla. Olvídense de los pleitos, las críticas y las contiendas que aportan cada vez más al mal que nos rodea. Seamos ejemplo de paz, de gozo, de felicidad para los demás. Vamos a mostrarles que el Cristo que vive en nosotros también puede vivir en ellos.
Si cada uno de nosotros se convierte en la luz de Cristo para el mundo hubiera menos tiniebla y más amor en la humanidad.
1Tesalonicenses 5:5  Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Juan 1:5  La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Lucas 8:16 Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.

Juan 8:12  Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

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