Las Piedras


Un experto asesor de empresas en quiso sorprender a los asistentes en su conferencia.

Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:

 ¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco? Después de que los asistentes hicieran sus cálculos, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco.

Luego preguntó - ¿Está lleno? - Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravillas “piedrecillas”. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejan las piedras grandes. El experto sonrió con ironía y repitió: ¿Está lleno?

Esta vez los oyentes dudaron - Tal vez no. – Bien. Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños huecos que dejaban las piedras y  la gravilla.

¿Está lleno? - preguntó de nuevo. ¡No! - Exclamaron los asistentes.

Bien - dijo, y cogió una jarra de agua de un litro que  comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no se desbordaba. - Bueno, ¿Qué hemos demostrado? - preguntó.

Un alumno respondió - Que no importa lo llena que esté tu  agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas. No - concluyó el experto - Lo que esta lección nos enseña, es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.

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Hoy día vemos muchos fracasos en los hogares. Matrimonios rotos, o hijos perdidos, alejados de sus padres, solo porque en un momento dado, no se le dio el lugar que correspondía.

La vida nuestra tiene que ser balanceada para que podamos ubicar cada cosa en su lugar, sin que nada se nos quede fuera. Ese problema lo estamos viendo en mucho hogares donde se les da más prioridad a algunas cosas que deberían ser secundarias.

Uno de los mayores problemas en muchos hogares es el balance entre Dios, la familia, y lo demás. Cada cosa tiene su lugar, y cada cosa tiene su importancia. Hay hogares destruidos, solo porque uno de los conyugues le ha dado más prioridad a la iglesia, que a su hogar. Cuando digo iglesia, no me refiero a Dios, sino al templo. Hay otros destruidos por darle el primer lugar a la familia, antes que a Dios. Y otros se han destruido por haber puesto todas las cosas antes que Dios y la familia.

Este es el orden de las cosas: Primero, Dios, segundo, la familia, y tercero, todo lo demás (esto incluye familiares, amigos, trabajo, parques, diversiones, etc.).

Dios es el primero en nuestras vidas. Él es quien dos da la vida, es nuestro auxilio, es quien vela y cuida por nosotros, es nuestro creador. A él tenemos que darle el primer lugar en todo.

Segundo, Yo y Mi familia. La familia es el grupo de personas por la cual nos debemos preocupar. Son parte de nuestro ser. Fueron dadas por Dios para que no estuviéramos solos en este mundo. Nuestro cónyuge es nuestra mitad, y nuestros hijos son nuestra responsabilidad.

Tercero, iglesia, familiares, amigos, y lo demás.

No podemos vivir una vida poniendo a Dios en el último lugar, porque perdemos una gran salvación. No podemos poner a la familia en el último lugar porque perdemos la bendición que Dios nos ha dado. No podemos decir que la iglesia o los amigos van antes que la familia porque ¿Cómo manejo un auto si he dejado que la gasolina y la batería que lo mueve se desperdicien?

Dios quiere bendecirnos, por eso tenemos que buscarlo y entregarnos a él por completo. Y teniéndolo a él se fortalece la familia. Y con la familia fortalecida, entonces podemos marchar felices y en paz hacia el templo, hacia los familiares y amigos, o hacia cualquier lugar. Porque cuando ponemos las cosas grandes al frente, se abre espacio para las cosas más pequeñas.

No quiere decir que lo tercero no es importante, al contrario, eso es el suplemento que completa nuestra vida. Todo es importante, pero todo tiene un orden. Dios -  La Familia – Lo demás.

Deu. 6:5  Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

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