Enséñele al Toro la Placa

Cierto día, temprano en la mañana, un granjero estaba trabajando en sus tierras cuando llegó un inspector del gobierno. Al bajarse de su camión, el inspector le dijo: "Voy a inspeccionar su terreno para asegurarme de que no haya ninguna violación de la ley aquí." El granjero le dijo: "Muy bien, señor, pero no se meta al campo de atrás."
El inspector sacó su placa de identificación y le dijo: "¿Ve usted esta placa? Esta placa indica que yo tengo autoridad para inspeccionar donde yo quiera, y usted no me puede prohibir la entrada a ninguna parte de su terreno. ¿Entendido?" El granjero se disculpó y le dijo que fuera a inspeccionar donde él quisiera. Luego, volvió a su trabajo.
Al rato, escuchó unos gritos de desesperación. Al acercarse al lugar de donde provenían, observó que el inspector se había metido precisamente al campo de atrás, y que un toro muy bravo lo estaba persiguiendo. Desesperado, el inspector pedía ayuda. En eso, el granjero le gritó: "La placa. Enséñele al toro la placa."
No estoy seguro si le habrá servido la placa al inspector en esa situación. Dudo que le haya importado mucho al toro, y sospecho que más bien lo habría enfurecido más. La autoridad es importante, pero no significa mucho si no viene acompañado con poder.
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¿Cuán importante es para ti el tener credenciales, aunque no tengas lo que necesitas para el éxito?
Hay gente que piensan que son de mayor importancia que los demás, solo porque tienen un grado doctorado o una maestría: en otras palabras, porque tienen un papel. Para ellos ese papel lo es el todo en su vida. Piensan que ese papel es la prueba de que ellos son mejores que los demás. Sin embargo, personalmente, conozco de gente que, con todo y diploma, han tenido que ser trenados por gente que no ha llegado al grado de ellos. Porque hay quienes han ejercido una posición sin tener el grado académico, pero han logrado obtener mucha experiencia en su labor, por lo tanto, han tenido que encargarse de los que tienen el grado, porque no tienen la experiencia.
En lo espiritual sucede muchas veces lo mismo. Hay quienes piensan que por el hecho de haber asistido a un instituto bíblico ya pueden ser usados por Dios de una manera mayor o más especial del que no ha estudiado, y que por tener esos estudios ya tienen las credenciales para ser pastores, evangelistas, maestros, etc.; olvidándose que ese llamado lo hace solamente Dios.
Pablo fue un hombre estudioso, un hombre de mucho poder, pero tras su conversión él echó para un lado todo lo que había logrado. Él dijo, cuando escribió a los Filipenses, en el libro de Filipenses 3:4Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:” y luego dice en los versículos 7-8Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.” Pablo nos muestra con su ejemplo que la letra no es lo que importa, sino, la llenura y el poder del espíritu que tengas cuando llevas el mensaje de la palabra.
Es muy bueno estudiar; dice un refrán que “el hacha, mientras más afilada, más corta”, y eso es muy cierto. Si nos preparamos con la palabra podemos hablar de ella, podemos enseñarla, y podemos predicarla. Pero para Dios lo más importante es que nos llenemos del Espíritu Santo, porque entonces la palabra que enseñemos no saldrá de nuestra mente, sino de la mente de Dios. Será el Señor quien nos dirija a lo que él quiere, y no a lo que nosotros pensemos. Cuando Jesús llamó a los discípulos no los buscó por sus estudios académicos.
El Señor quiere que seamos mejores personas. Que, sea en lo personal o en lo espiritual, seamos humildes y sencillos de corazón. Que un papel no nos lleve a pensar que somos mejores que todo el mundo. Que tratemos a los demás de forma agradable, con respeto. Porque nuestra salvación no es por obra, sino por medio de la fe en Cristo Jesús. Llénate del espíritu de Dios, y entonces le agradarás a él.
Lucas 24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Efesios 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

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