La Recompenza del Esfuerzo

Un hombre encontró un capullo de una mariposa y lo llevó a su casa para observar a la mariposa cuando saliera del capullo.

Un día notó un pequeño orificio en el capullo, y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir. El hombre la vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Parecía como que se había atascado.


Entonces el hombre, sintiendo lástima, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera corto al lado del agujero para hacerlo más grande, y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del capullo.
Sin embargo, al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.
El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante, las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Pero nada sucedía, la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Jamás logró volar.

Lo que el hombre, en su bondad y apuro, no entendió fue que la restricción de la apertura del capullo y el esfuerzo de la mariposa por salir por el diminuto agujero, eran parte natural del proceso que forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que alcanzasen el tamaño y fortaleza requeridos para volar.

Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privado su desarrollo normal.

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¿Cuántos procesos hemos cortado para llegar a nuestra meta?

Hay quienes han tomado acciones rápidas para obtener lo que desean. Luego que reciben lo anhelado no le dan tanta importancia, y poco a poco se pierde el interés por lo recibido.

Hay quienes se interesan por comprar una casa o un auto de último modelo, y saben que si trabajan un par de horas extras pueden acumular el dinero que necesitan para comprar lo que desean. Pero en vez de hacer ese pequeño esfuerzo, van a un banco para que le den el dinero rápido, y luego con los pagos y los intereses que tiene que pagar ya no le tienen el mismo amor que le tenían antes de comprar lo que querían. ¿Por qué? Porque no hubo ningún esfuerzo de su parte en obtenerlo. No hubo un sacrificio o una lucha para lograr su objetivo. Ahora en vez de disfrutar lo que tiene, se desanima por lo que tiene que pagar por eso.

Lo mismo sucede con los hijos. Hay padres que le quieren dar todo a los hijos, y ni siquiera les dicen que se busquen un trabajo para que puedan comprar sus cosas. No los empujan a luchar por lo suyo, para que en el mañana no tengan que depender de nadie. Hay padres que en vez de decirles a sus hijos que busquen empleo les dicen que se vayan a jugar para que se entretengan, y que cuando llegue el cheque mensual comprarán lo que ellos quieren. Y esos hijos crecen pensando que todo se puede obtener por la vía fácil, sin trabajar, sin esforzarse, y luego salen unos delincuentes, porque nunca aprendieron lo que era luchar por lo que se quiere.

Dios quiere que seamos bendecidos, pero muchas veces hay que pasar por algunos obstáculos que nos darán la forma y la fuerza que necesitamos para cuando logremos nuestro objetivo. Cuando luchamos por lo que queremos y nos esforzamos por obtenerlo le damos más valor a lo que recibimos.

Vaya a una obra de teatro y pregúnteles a los actores cuanto tiempo tuvieron que ensayar para lograr que la obra fuera un éxito. No es ensayar media hora, y nos vamos. No es ensayar un día a la semana. Son días y horas de sacrificio para lograr el éxito.

Pregúntele a un doctor, a un ingeniero, a un abogado, o cualquier profesional como obtuvieron sus logros. Con muchas horas de estudios, sacrificios, mientras sus amigos estaban de fiesta ellos estaban en los libros. Pero la paga al final era un grado profesional que les ayudaría a tener éxito en el futuro.
No busques el camino fácil para obtener tus metas. Esfuérzate por lo que tú quieres. Pon al Señor delante de tus metas, y veras que él te ayudará. Pero tienes que creer que él lo hará de acuerdo a tus esfuerzos.

Hebreos 11:6  Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.


Proverbios 10:4  La mano negligente empobrece; más la mano de los diligentes enriquece.

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